Ya no te quejes, mejor espera

Día 188, Lectura de la Biblia en un año, Salmo 140-143

Dr. Gomez Chavez

Creo que a todos nos ha pasado más de alguna vez, y es parte de nuestra naturaleza, el quejarnos. Hay quejas que pueden considerarse justificadas y quejas injustificadas, pero ambas siguen siendo quejas por lo cual descubren cierto grado de inconformidad. Refiriéndonos a nosotros los cristianos, la queja siempre revela un vacio, que Jesús llama incredulidad, o falta de fe, y que en términos de madurez espiritual sería falta de contentamiento. Pero sin mucho rodeo, la queja es una expresión de estado mental que se manifiesta en una actitud por la que no se confía en Dios.

Si hay una virtud que mide la vida espiritual de una persona es el contentamiento, y el quejarse por cualquiera que sea la razón, siempre es falta de contentamiento en Dios. Es por ello que Santiago dice que seamos lentos para reaccionar y prontos para escuchar, que en ese contexto es la Palabra de Dios. Cuando aprendemos a oír lo que Dios nos quiere decir en vez de reaccionar sin oír, lo más seguro es que de nuestros labios saldrán palabras de reclamo, disconformidad, y de reclamo. No siempre nuestros reclamos son justificados, generalmente reclamamos cuando no tenemos la razón y cuando estamos insatisfechos por algo.

El salmo 142:2 debe ser entendido bajo una dimensión de confianza, para entender la actitud con que el salmista dice que expondrá su queja delante de Dios. Aquí la palabra queja no puede ser entendida de ninguna manera como un reclamo, estado de disconformidad, o falta de fe, en este caso, debe entenderse por petición , necesidad, angustia, dolor, sufrimiento, pero bajo la dimensión de fe. Esta clase de queja es una expresión de fe, de dependencia, de confianza que tiene el necesitado de Dios y va en busca de respuesta, solución y remedio a su dolor, pena y necesidad. Esta clase de paralelismo es llamado paralelismo análogo o de sinónimo porque la segunda parte del texto usa otra palabra sinónima para una palabra que ya se ha dicho en la primera parte. En la primera el salmista dice que expresara su queja, y en la segunda dice su angustia.

Ahora bien, cuando se está en angustia, si no se depende de Dios, si no se confía en Dios, y no se tiene contentamiento en su corazón, se es propenso a proferir un reclamo sin fundamento, a decir palabras arrebatadas sin pensarla, y es allí donde se hacen quejas irrespetuosas e incrédulas. Es por ello que cuando se está en dolor, angustia, pena, y dificultad, lo mejor es aprender a esperar calladamente en Dios. Déjeme decirle que si hay una disciplina difícil de practicar es esta, la del voto del silencio, el quedarse callado cuando se esta sufriendo, y cuando se sufre sin entender la razón, o cuando siente que es injustificable el dolor.

Dios que todo lo sabe, y que conoce nuestro futuro y tiene un propósito definido para cada uno, muchas veces nos inscribe en la escuela de la paciencia donde se debe aprender a esperar en silencio y con regocijo. Esperar, depender, confiar en Dios en silencio, con alegría, con gozo y tranquilidad es lo que se llama contentamiento, el secreto de vivir tranquilos. Dios espera que todos desarrollemos esta virtud, que no es más que el arte de saber confiar y esperar en Dios, y jamás dudar, ni desconfiar de Dios a pesar de lo que nos pase. Así que, no se queje, mejor espere en Dios, porque el sabe lo que hace y jamás hará algo injusto.

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